A la hora de elegir unas gafas de sol intervienen muchos factores. Uno de ellos es el diseño, pero más importante todavía es escoger unas adecuadas y homologadas que no pongan en riesgo nuestra salud ocular.
A veces no somos conscientes del daño que la luz puede provocar en nuestra visión. Una de cada tres gafas de sol vendidas en España no supera los controles necesarios y carecen de homologación. Las compramos en bazares, mercadillos… No en centros oficiales u ópticas, como deberíamos hacer siempre.
Puesto que disfrutamos de muchas horas de sol (entre 1.600 y 2.000 al año, según el Instituto Geográfico Nacional), hay que aprender a proteger no solo la piel, sino también los ojos. De no hacerlo, pueden surgir problemas ya que, a largo plazo, la luz directa constituye un factor de riesgo para que aparezcan cataratas, pero tiene otros efectos perniciosos más inmediatos, como conjuntivitis con daño en la córnea (queratitis) y enrojecimiento ocular.

¿Qué debemos tener en cuenta para encontrar las gafas de sol idóneas?
Las lentes no solo deben absorber la luz y evitar deslumbramientos; también filtrar y eliminar la radiación ultravioleta del sol, que cae en el espectro no visible. Sean del color que sean, unas buenas gafas deben bloquear la entrada del 100 % de la radiación UVA y UVB con una longitud de onda inferior a los 400 nanómetros. Esta capacidad se reconoce como filtro UV400. Eso sí, ten en cuenta que la información no suele venir grabada ni en la montura ni en las lentes, y se incluye en una pegatina o en el folleto que las acompaña.
El color de la lente no influye en el nivel de protección. Un error frecuente consiste en creer que los cristales negros u opacos constituyen una opción mejor que los más claros, pero lo que nos protege es el filtro, no su color o lente.
Recuerda que, si compras unas gafas oscuras en un mercadillo, te expones a un peligro añadido, porque para regular la luz a través de un filtro oscuro, tu pupila se dilatará más que si no llevaras lentes, por lo que entrarán más rayos UV en los ojos. Esto puede ocasionar una inflamación de la conjuntiva y de la córnea. En resumen: es mejor no llevar gafas que llevar unas de mala calidad.

En el caso de los más pequeños, la necesidad de utilizar gafas de sol homologadas crece, ya que sus ojos están en pleno desarrollo y no tienen desarrollado completamente el cristalino, que actúa como barrera de protección natural. Es importante saber que los niños deben utilizar gafas de sol en su justa medida, porque su uso continuado puede hacer que desarrollen fotofobia o sensibilidad extrema a la luz. Además del filtro homologado, podemos decantarnos por unos cristales orgánicos (plásticos), más ligeros y resistentes.
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